Conocimiento y comprensión del estrés para el autocuidado

 

¿Qué comprendemos del estrés? ¿Cómo vivimos el estrés y como lo afrontamos?

Todas las personas experimentamos estrés en mayor o menor medida.  Es común a la naturaleza humana. Es una reacción normal ante un cambio o un desafío que puede producirnos frustración, rabia, miedo, irritabilidad, angustia, expectativa, dolores, y muchos otros síntomas.

¿Cómo reconocer si estamos teniendo estrés?

Una forma de reflexionar sobre como manejamos el estrés   consiste en revisar a consciencia como transcurre nuestro día a día haciéndonos unas sencillas preguntas al finalizar nuestra jornada.

  1. ¿Cómo fue nuestro día? ¿Qué tareas hicimos?
  2. Que nos agradó? ¿Qué momentos me hicieron sentir feliz?
  3. ¿Puedo identificar cuáles son las situaciones que me provocaron estrés?  Por ejemplo:  discutir con alguien de mi familia? ¿Llegar tarde al trabajo? ¿La falta de dinero?  ¿Que las cosas no salgan como las planeé?  
  4. ¿Cómo se manifiesta ese estrés en mi cuerpo? ¿Cuáles son esas señales que me indican que tengo estrés? ¿Me produce dolor de cabeza, o en el cuello, o en alguna parte del cuerpo?  ¿Me lleva a consumir exageradamente alimentos, alcohol? ¿Me produce insomnio?
  5. ¿Trato de buscar soluciones a esos momentos, como caminar, oír música, compartir mi angustia con otra persona?
  6. ¿Cuáles son los otros estresores que percibo? ¿Mi lugar de trabajo? ¿La gente que me rodea, o una noticia inesperada, como un embarazo, o cambio de lugar de residencia, o un viaje? El estrés puede darse tanto por situaciones positivas como negativas.

El estrés hace parte natural de la vida. Según el médico y fisiólogo canadiense, Hans Selye, “El estrés ocurre cuando existe una alteración en el equilibrio del organismo causada por la acción de un agente externo o interno, y el organismo reacciona ante esto de forma   extraordinaria para restaurar dicho equilibrio”.  

Eustres y Distres:

El estrés puede ser positivo o “EUSTRES”. Este es el que se genera por experimentar placer ante una situación como un viaje, una fiesta, un ascenso laboral, una boda y así muchos ejemplos más. El estrés positivo genera atención y emoción, nos alienta en la mañana a levantarnos, a sentirnos lleno de energía, a cumplir las tareas con optimismo.   El Eustres nos convierte en personas más proactivas y dispuestas al cambio.

 El   estrés negativo o DISTRES es aquel que experimentamos en forma de angustia, cuando nos sentimos desbordados porque no podemos atender adecuadamente una situación y sentimos que disminuyen nuestras habilidades para enfrentar los problemas, el cortisol aumenta considerablemente el cual nos bloquea y es entonces cuando empezamos a sentir los problemas de salud.

La gestión, la atención y la disposición para gestionar el estrés, depende de cada persona. Tenemos la posibilidad de analizar cada situación, de afrontarla o huir. Hacia donde inclinemos la balanza depende de la manera como aprendemos a comprendernos.

Síndrome de adaptación General.

El Dr. Selye identificó tres etapas cuando se produce el ESTRÉS que llamó “Síndrome de adaptación General” que es la respuesta del organismo ante una situación de estrés.  

  • Etapa de Alarma: Cuando se percibe una situación de estrés, el organismo activa el sistema nervioso simpático y se producen una serie de alteraciones de orden fisiológico y psicológico: Ansiedad, inquietud, el cortisol y el pulso cardiaco se aumentan, la tensión sube, la respiración y el sudor se aceleran. Esto nos predispone para enfrentar adecuada o negativamente la situación. Es decir, debemos decidir entre Huir o enfrentar la situación. Entre Eustres y Deustres.
  • Etapa de resistencia: Cuando la alarma persiste se pasa a la etapa de resistencia y por lo tanto el cuerpo tiene que adaptarse a esa resistencia y debe soportar esa situación que se está viviendo a costa de un altísimo desgaste emocional y físico que puede producir síntomas como dolor de cabeza, mareos, cambios de humor, irritabilidad, entre otros. Si se adopta una posición de “adaptación” en vez de enfrentar la situación, podemos presentar disminución de resistencia, rendimiento y tolerancia y trastornos fisiológicos
  • Etapa de agotamiento: Se da cuando el estrés ha sido muy prolongado. Hay una pérdida de capacidad de adaptación y del equilibrio por debajo de niveles normales.  Se produce desespero, una gran afectación emocional y se pueden configurar cuadros médicos complejos e irreversibles como enfermedades cardiovasculares, autoinmunes, cáncer y diabetes entre otros.

Cuando adquirimos consciencia sobre lo que significa el estrés y las consecuencias negativas que trae una mala gestión de este para nuestra vida, podemos actuar con control y disciplina en esos momentos. Por eso es muy importante que aprendamos a resolver esos eventos, que califiquemos si son o no relevantes, si son positivos o negativos. Algo que ayuda mucho para afrontar el estrés es revisar cómo ha sido nuestra vida y recordar cuales son los momentos que me han afectado, y que me llevan a reaccionar con miedo y predisposición. Por ejemplo, una mala experiencia en un paseo al mar puede influir negativamente en mi actitud y comportamiento hacia nuevas visitas a la playa o a una piscina.  Reconocer y afrontar ese momento con otros ojos, utilizando mis propios recursos físicos, emocionales y sociales, mis habilidades y mi experiencia, puede ayudar a superar situaciones presentes y futuras. Solo yo decido como actúo ante las amenazas, si acabo con esa situación problemática que me desgasta, y si erradico el malestar.

En el caso de los cuidadores que por la altísima responsabilidad que tienen en su trabajo al tener prácticamente la vida de una persona en sus manos, es fundamental que aprendan a gestionar esos momentos cruciales con mucha serenidad, dominio y control. Un cuidador que tiene un buen manejo del estrés tiene una mejor calidad de vida, y esto lo lleva a ejercer de una forma más cuidadosa, más amable y más amorosa el acto de cuidar a un ser querido.

El estrés puede ser: Agudo o crónico.

Agudo: La duración de la activación es corta, puntual.  Se produce cuando tenemos por ejemplo que responder una prueba, o hacer una presentación pública, realizar una actividad arriesgadas entre otros y sufrimos una preocupación o angustia instantánea.

Crónico: La duración de la activación es prolongada o repetitiva y va llevando al agotamiento y generando enfermedades si no se controla.  Por ejemplo, cuidar un familiar con una enfermedad incurable, ser víctima de un atraco o un secuestro, sufrir maltrato permanente.

Debemos evaluar si vivimos en modo de preocupación, en modo peligro o en modo de angustia permanente.  Si establecemos el modo en que estamos viviendo podemos iniciar acciones de protección, reducir el riesgo y elegir el modo bienestar. Esto no significa ni asegura que no nos ocurran cosas complicadas y difíciles, pero si nos ayuda reducir el estrés.

¿Qué hacer para reducir el estrés?

Algunos tips que ayudan a disminuir esos momentos de estrés y que pueden mejorar nuestra calidad de vida son:            

  •  Evitar situaciones estresantes: Alejarse de las fuentes de estrés. Un familiar agresivo, un ambiente ruidoso, el tráfico
  • Haga ejercicio: Al realizar un ejercicio el cerebro libera químicos que nos hacen sentir mejor. 
  • Reconocer las cosas que no se pueden cambiar: Por ejemplo, si para regresar a casa debo manejar un largo trayecto, puedo oír en la radio un programa ameno, o distraerme oyendo una charla de mi preferencia.      
  • Hacer algo que disfrute: Leer un buen libro, dibujar, escuchar música, ver una buena película puede ayudarnos a salir del estado decaimiento.
  • Dormir suficiente. Intentar dormir cada noche entre 7 y 8 horas.  Establecer una rutina como acostarse todas las noches a la misma hora y alejarse de dispositivos electrónicos por lo menos una hora antes de acostarse.
  • Realizar actividades sociales:  Mantener el contacto con la familia, salir a tomarse un café con los amigos, asistir a reuniones así no quiera le obliga a concentrarse en otros pensamientos.
  • Alimentarse saludablemente:  Comer balanceadamente y evitar azucares, y alimentos procesados, y consumir mucha verdura, granos, frutas, proteínas bajas en grasa, ayuda a aumentar la energía que necesita.
  • Aprender técnicas de relajación: La meditación y el yoga son técnicas de relajación muy efectivas. Hoy en día existen muchas guías en redes sociales, you tube y libros que enseñan estas técnicas y siempre está el recurso de asistir a centros especializados. Su práctica constante a ayuda a lidiar con el día.
  • Establecer límites: Es importante revisar todas nuestras actividades y tareas diarias y eliminar aquellas que no son necesarias o delegar en otras personas.

0 Comentarios

Déjanos tu comentario

o regístrate para comentar.

Inicia sesión