Reconciliándome con papá y mamá

¿Como me relaciono con mis padres?

El tema del cuidado de los padres es sensible y delicado, particularmente cuando la relación ha sido distante, poco equilibrada, produciendo heridas primarias y dolorosas que no fueron atendidas y que muy posiblemente ahora que requieren de mi cuidado, vamos intentar cobrarlas, por lo tanto, la experiencia de cuidado va a ser muy conflictiva. Es necesario buscar la reconciliación para poner en orden los sentimientos y poder desarrollar la tarea de cuidado en paz y tranquilidad. Si aún no he sanado esa relación es necesario evaluar si estoy en condiciones de cuidar ese padre o buscar la ayuda con otra persona.

En primer lugar, es importante diferenciar la función del papá y la función de la mamá, y ser conscientes que a partir de la relación que tenemos con ellos, educamos a nuestros hijos, escogemos pareja, nos relacionamos con las personas, con la abundancia entre otros. Es aquí donde percibimos que todos somos producto de estos ejes humanos que fueron las figuras primarias y desde la comprensión que yo como ser humana haga sobre la relación con cada uno de ellos, puedo hacer mi vida más sencilla o más compleja. Es necesario empezar a realizar ese trabajo de reflexión y sanación de esas relaciones, incluso si ya no están vivos, pues es a partir del vínculo con ellos que se generan las interacciones cuando somos adultos, para evitar quedarnos estancados en una edad cronológica.

La figura del padre.

En nuestra cultura latina la figura de la madre es muy grande, y el amor del padre se ha dejado como el del proveedor, el que se preocupa y responde por las condiciones de vida, sin revisar a fondo, el papel importantísimo que debe tener en el crecimiento de los hijos. Lamentablemente en muchísimas familias el padre no participa muy activamente de la crianza de los hijos, o bien es un padre autoritario, machista, maltratador, drogadicto o alcohólico, abusador, o que nunca estuvo presente y por lo tanto se generan sentimientos negativos o definitivamente no se crean lazos emocionales. En muchas de estas circunstancias las personas tienden a negar el padre sin embargo todos los seres vivos sin excepción, tenemos un padre y una madre biológicos. Nuestro origen es un 50% de un papa y un 50% de una mama. Esas dos personas fueron los creadores de mi vida.

PRESENTE O AUSENTE, CON AMOR O SIN EL, RESPONSABLE O NO, EXISTE UN PADRE.

El hecho de no haber tenido un padre presente en la crianza, no significa que no exista. De ese padre biológico se obtienen todos los patrones de linaje paterno y con ellos cargamos de manera inconsciente. Del padre recibimos las bases, la autonomía, respaldo, confianza. Es el padre quien saca los hijos de la casa hacia la vida y con su apoyo vamos creciendo con la certeza de quien hay alguien que responda. Un padre es un refuerzo cuando la madre necesita un respiro de crianza en la cotidianidad y es el mejor acompañante para alzar el vuelo.

La relación que tengo con el padre biológico afecta para generar dinero, afecta en el manejo de la autoridad (el propio liderazgo) y afecta con la abundancia. Sanar la relación con el padre puede tener un impacto profundo en la vida y no importa si lo conocí o no para no repetir comportamientos y para seguir adelante.

¿Qué tipo de señales puedo reconocer para saber que tengo que sanar mis relaciones con papa?

1. Miedo al abandono de la pareja. Se hace hasta lo imposible para evitar que la otra persona se vaya. Esto incluye hasta permitir el irrespeto.

2. Cuesta mucho no gastar el dinero. No son buenos administradores.

3. Alta necesidad de ser protegido. Le exigen a su pareja ser el centro de su mundo.

4. Dependencia emocional y física de su pareja.

5. No saben poner límites sanos.

6. Le dan mucha importancia a las cosas materiales.

¿Qué puedo hacer para sanar esa relación con mi padre y perdonar?

1. Reconocer la jerarquía. El padre es la figura grande, el mayor y yo soy el pequeño (a). Aceptar que soy el pequeño en relación con el padre.

2. Tratarlo con respeto.

3. Aceptarlo como padre, con lo que me puede dar y tomar la energía de vida que viene de el sin condiciones.

4. Aceptarlo como el único y el verdadero. Darle el lugar de padre que le corresponde y quitarle el papel de esa figura masculina a las otras personas que pudimos haberles dado ese papel: Padres adoptivos, tíos, pareja.

5. Hablarle y decirle que estás de acuerdo que él sea tu padre con todas las consecuencias que tenga para ti y que tomas todo lo bueno que te dio. El simple hecho de estar vivo ya es maravilloso. Aceptar lo que te llegó a través de ese acto biológico entre él y tu madre.

6. No pensar como debió ser ese papa. No reclamarle, no criticarlo.

7. Preocuparme por conocer cómo fue su historia familiar para entender un poco su comportamiento y porque no pudo dar. Mirarlo como el niño pequeño que fue, y que también fue herido y abandonado. Generalmente gente herida educa gente herida.

La figura de la madre

Desde el momento que somos concebidos, se genera un vínculo con la madre tan fuerte, profundo y complejo que no se vive con ningún otro ser humano. La calidad de este nexo, no sólo resulta fundamental para el desarrollo de nuestra personalidad, sino que también constituye el modelo a seguir para el tipo de relación que más adelante estableceremos con otras personas.

Para una hija la madre representa el modelo femenino: como ser mujer, la maternidad, el amor a la vida. Para el hijo, significa el modelo de compañera que busca. Su elección de pareja y la conexión con su mamá condiciona la relación con su pareja.

¿Que recibimos de la mamá?

La madre es el pilar, es nuestro mundo. Ella nos alimenta, cuida y protege. En teoría de la madre recibimos el amor incondicional, cariños, abrazos, complicidad. Sabemos que siempre estará con nosotros pase lo que pase y que siempre nos perdonará.

La madre nos vincula al mundo desde el amor. Ella custodia nuestros sentimientos, siempre nos escucha en todo momento, nuestros dolores y nuestras alegrías. Impulsa nuestras decisiones.

Es vigilante en la distancia porque siempre seremos sus hijos.

Si durante la crianza una madre no estuvo presente emocional o físicamente para sus hijos, o si experimentaron de alguna forma la sensación de rechazo o abandono, al igual que en el caso del padre, se generan heridas emocionales y es a partir de esas vivencias que se empiezan a construir máscaras defensivas para no sentirse vulnerable y protegerse del dolor por no haber sido querido como se esperaba y necesitaba.

Algunas madres esperan que, durante toda la vida, sus hijos sean su soporte emocional y les impiden crecer. Piensan que todo lo hicieron con mucho sacrificio. Por eso, cuando una mama no sana sus propios conflictos y tiene también sus heridas de infancia y trae sus propias carencias, se les dificulta amar incondicionalmente y hace daño a sus hijos.

Sea como fuere las experiencias vividas, la madre viene de una madre que muchas veces tampoco fue sostenida ni valorada.

¿Cómo sano las relaciones con mi madre?

1. Conectarnos con nuestro niño interior para comenzar el proceso de sanación. Investigar dónde y cuando fui herido y revisar cuáles son esos síntomas y efectos que experimento a nivel emocional y físico para así liberar la energía.

2. Evitar los pensamientos sobre la forma como creemos que debió haber sido esa mamá. No quedarnos anclados en los reclamos y juicio ni dejarme llevar por el sufrimiento. De la experiencia vívida aprender que no debo repetir comportamientos.

3. Permitirse ver las cosas de una manera compasiva y amorosa conmigo mismo y con la madre con miras a vivir más feliz.

4. Perdonar sus errores voluntarios e involuntarios.

5. Comprender que aportó lo mejor que tenía y aceptar que hizo lo mejor que pudo con sus recursos emocionales. Ella aprendió a ser mamá con nosotros.

6. Escribir una carta siempre ayuda. En ella podemos abrir nuestro corazón y expresar nuestros sentimientos enumerar todo aquello que dolió y que hizo daño, así como también pedir perdón por el dolor y las lágrimas causadas y por las palabras hirientes.

7. Agradecerle la vida de corazón y manifestarle su compromiso de cuidar esa vida que nos dió.

Conclusiones:

El proceso de sanación es largo, difícil y para muchos, es muy doloroso reconstruir los vínculos con los padres, pero si insistimos en quedarnos sumergidos en la rabia, el resentimiento y el dolor, va a ser muy complicado lograr relaciones armoniosas y estables. Restablecer la conexión interior con los padres es posible, y es una maravillosa oportunidad para empezar a amarlos tal y como son.

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