Navegar en mitad de la tormenta

Las Tormentas son temporales.

¿Cómo estoy enfrentando las situaciones complejas de mi vida? Hay diferentes tipos de situaciones en la vida que nos perturban, nos agobian y nos aíslan de la familia y del entorno social. El fallecimiento de un ser querido, una ruptura sentimental, la pérdida del empleo, la amenaza a contagiarnos de COVID 19, la muerte de una mascota, o el cambio de forma de vida, situación que suelen vivir las personas que se transforman en los cuidadores de un familiar que repentinamente sufre un accidente o que enferma y requiere atención y apoyo permanente.

Son las tormentas que enfrentamos a lo largo de la vida, y que nos recuerdan que nuestro paso por esta tierra está lleno de momentos complejos, retos y altibajos. Algunos las experimentan con mayor intensidad y frecuencia que otros, pero todos sin excepción las vivimos. Son tormentas que nos llevan a sentir diferentes tipos de emociones tales como estrés, miedo, tristeza, ansiedad, frustración, incertidumbre. Estas emociones vibran muy bajo y por lo tanto nos hacen sentir sin energía, sin ánimo, sin ganas de realizar las tareas cotidianas que antes realizábamos con entusiasmo y por lo tanto requieren ser enfrentadas para poder sanar esa sensación de malestar y reconectarnos con nosotros mismo para no quedarnos en ese limbo.

Está bien sentir tristeza por la muerte de un ser querido, aislarnos y recordar los momentos compartidos; está bien sentir decepción ante la pérdida de un trabajo y ansiedad por el futuro inmediato; está bien sentir miedo a tener una enfermedad compleja, pero lo que no está bien, es permitir que esas emociones nos dominen y guíen nuestras vidas sumergiéndonos en el dolor, la pena, la frustración, la obsesión, la inseguridad.

¿Cómo navegar en esas tormentas? ¿Cuáles son esas herramientas que nos ayudan a superar esas situaciones?

Aquí relacionamos unas cuantas que pueden ayudar a mitigar el dolor y hacernos sentir mejor.

  • Escuchar nuestro cuerpo. No ignorar las señales que nos revelan las posiciones que nuestro cuerpo adquiere. Por ejemplo, no es normal sentarse en una postura encogida, o en posición fetal. Esto indica nuestro sentir y revela que buscamos y necesitamos protección. Tampoco ignorar los dolores físicos en rodillas, espalda, pecho. Estos tienen un gran componente emocional.
  • Respirar y meditar. Hay que vigilar la respiración. El jadeo, la respiración acelerada indica ansiedad, estrés. Tomar consciencia de esa situación y corregir la respiración, ayuda a relajar y bajar los niveles de estrés. La recomendación es respirar con consciencia plena tomando aire por la nariz, llenando el abdomen, reteniendo unos segundos y soltando el aire por la boca. Paralelamente a la respiración, practicar meditación, para desconectar el lado consciente, conectarnos con el inconsciente y eliminar pensamientos confusos.
  • Liberar nuestras emociones para sanar el cuerpo mental, emocional, energético. Es importante exteriorizar esas emociones y desahogarse para liberar esa energía comprimida. Aunque suene extraño, tome un cojín y golpee la cama varias veces cuando se sienta agobiado y libere ese estrés.
  • Realizar actividades: Pinte sin preocuparse si queda bonito o feo; simplemente permita que sus emociones dibujen. Cocine, invite un amigo y compartan un rato preparando y degustando un rico plato. Baile, ponga esa música que lo hace saltar del asiento y libere esa energía acumulada, y si le gusta cantar, cante, no se inhiba. Estas actividades ocupan la mente y lo obligan a estar en el momento presente.
  • Buscar acompañamiento: Esto no significa ser débil. Significa reconocer que ese dolor lo está afectando, le hace daño y necesita ser compartido y/o atendido por profesionales que ayuden a sanar con la terapia adecuada.
  • Realizar actos simbólicos: El inconsciente entiende por medio de actos simbólicos y por eso es importante generarlos cuando estamos en un proceso de duelo. Escribir cartas a esa persona que ya no está bien sea porque falleció o por que se terminó una relación, es un ejercicio que nos ayuda a expresar nuestros sentimientos y pensamientos, y alivia el proceso de desapego. Prender una vela e incienso, leer la carta en voz alta, agradecer a esa persona por los momentos compartidos o perdonarla si fuimos heridos y luego quemar esa carta y arrojar las cenizas a una fuente de agua que corra, también ayuda cerrar ciclos de forma respetuosa y saludable.

Por último, es muy importante preguntarnos si está en nuestras manos cambiar la situación. Si quiero mantenerme triste, ansioso, o si estoy dispuesto a descargar mi dolor, a renacer, a aliviar mis emociones y continuar mi vida llena de energía, sorteando y haciendo frente a esas tormentas que nos recuerdan que estamos vivos.

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